El neoconservadurismo americano
Rescatando...
Leo Strauss: El patriarca ideológico
¿Quién es Leo Strauss?
Leo Strauss nació en 1899 en a región de Hessen, Alemania, hijo de un pequeño comerciante judío. Asistió a la escuela secundaria en Marburg y sirvió como intérprete en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. Obtuvo un doctorado en la Universidad de Hamburgo en 1921 por su tesis de filosofía supervisada por Ernst Cassirer.
La obra posdoctoral de Strauss incluyó estudios sobre Edmund Husserl y Martin Heidegger, y en 1930 publicó su primer libro sobre la crítica a la religión de Spinoza; su segundo libro, que trata sobre Maimonides, el filósofo judío del siglo, fue publicado en 1935. Después de un período en que realizó investigaciones en Londres, publicó The Political Philosophy of Thomas Hobbes (La filosofía política de Thomas Hobbes) en 1936.
En 1937, se trasladó a la Universidad de Columbia, y desde 1938 hasta 1948 fue profesor de Ciencias Políticas y Filosofía en la New School for Social Research, New York. Durante ese período escribió On Tyranny (1948) y Persecution and the Art of Writing (1952).
En 1949, pasó a ser profesor de filosofía política en la Universidad de Chicago, y allí permaneció durante 20 años. Sus obras en este período incluyen Natural Right and History (1953), Thoughts on Machiavelli (1958), What is Political Philosophy? (1959), The City and Man (1964), Socrates and Aristophanes (1966), y Liberalism Ancient and Modern (1968).
Entre 1968 y 1973, Strauss fue profesor en universidades en California y Maryland, y completó su obra sobre los discursos de Jenofonte y Sócrates y Argument and Action of Platón's Laws (1975). Después de su muerte, ocurrida en octubre de 1973, fue publicada la colección de ensayos Studies in Platonnic Political Philosophy (1983).
Influencias sobre Leo Strauss y los neoconservadores.
Que quede claro que está todo mezclado, hay ideas que se pueden sacar un poco de uno y un poco de otro. Además está resumido, pero son, a grosso modo, los autores que influyeron en Strauss y los neoconservadores.
Karl Schmitt
Strauss adoptó de "el jurista del nazismo" la concepción de "lo político" como el enfrentamiento amigo/enemigo . Contrarios a los planteamientos economicistas, la esencia del Estado es política, y la política está basada en el enfrentamiento antes mencionado. El Estado ha de promover, tanto interiormente como exteriormente, la oposición entre nosotros y ellos . En palabras de Schmitt:
"Si sobre la tierra no hubiese más que neutralidad, no sólo se habría terminado la guerra sino que se habría acabado la neutralidad misma, del mismo modo que desaparecería cualquier política […] Lo decisivo es pues siempre y sólo la posibilidad de este caso decisivo, el de la lucha real, así como la decisión de si se da o no se da ese caso. La oposición amigo-enemigo no tiene pues, como fundamento, la neutralidad, sino la posibilidad del enfrentamiento, lo que hace excepcional la oposición amigo-enemigo es la posibilidad particularmente decisiva que pone al descubierto el núcleo de las cosas. Y justamente, es esta referencia a la posibilidad extrema de la vida la que hace posible la existencia de lo político. Es por esta razón que no se puede pensar en la neutralidad como el fin último del hombre ya que esto significaría la pacificación y la desaparición de lo político. El fenómeno político sólo se dará en la medida en que se agrupen amigos y enemigos, independientemente de las consecuencias extrañas que esto pueda generar, "La guerra como el medio político extremo revela la posibilidad de esta distinción entre amigo-enemigo que subyace a toda forma de representarse lo político"
Platón
Para Stauss, la filosofia clásica griega, especialmente la de Platón, es más cercana a la realidad de la naturaleza que las posteriores. Inspirado en La República de Platón, Strauss pensaba que dentro de la sociedad algunos son aptos para dirigir y otros para ser dirigidos, pero a diferencia de Platón que pensaba que los dirigentes tenían que ser personas con estándares morales tan elevados que podían resistir las tentaciones del poder, Strauss pensaba que "los que son aptos para gobernar son los que comprenden que no hay moralidad y que sólo existe un derecho natural, el derecho del superior a gobernar al inferior". Y la élite debe protegerse, ni que sea mintiendo, ya que el populacho no es apto para la verdad. Según Shadia Drury, una de las mayores expertas y críticas con Staruss:
El pueblo no va a ser feliz si sabe que sólo existe un derecho natural - el derecho de los superiores a gobernar a los inferiores, el derecho del amo sobre el esclavo, el del esposo sobre la esposa, y de los sabios sobre el vulgo. En On Tyranny (Sobre la tiranía), Strauss se refiere a este derecho natural como las "enseñanzas tiránicas" de sus amados antiguos. Es tiránico en el sentido clásico del gobierno sobre el gobierno o en ausencia de ley (p. 70).
Ahora bien, los antiguos estaban decididos a mantener estas enseñanzas tiránicas en secreto porque no era probable que el pueblo tolerara el hecho de que estaban destinados a la subordinación; en realidad, pudieran perfectamente volver su resentimiento en contra de la minoría de superiores. Las mentiras son, por tanto, necesarias para proteger a la minoría de superiores de la mayoría del vulgo.
El efecto de las enseñanzas de Strauss es convencer a sus acólitos de que ellos eran la élite gobernante natural y minoría perseguida. Y no hacía falta ser muy inteligente para inferir que estaban en una situación de gran peligro, especialmente en un mundo dedicado a las ideas modernas de ideas de igualdad y libertades. Ahora más que nunca, los sabios deben proceder de forma cautelosa y circunspecta. Por tanto, llegan a la conclusión de que tienen una justificación moral para mentir para poder evitar la persecución. Strauss llega a decir que el disimulo y el engaño- en efecto, una cultura de mentiras- es la justicia peculiar de los sabios.
Strauss justifica su posición apelando al concepto de Platón de la mentira noble. Pero en verdad, Strauss tiene un concepto muy pobre acerca de la idea de Platón de la mentira noble. Platón pensaba que la mentira noble es una historia cuyos detalles son ficticios; pero en cuyo corazón hay una verdad muy profunda.
En el mito de los metales, por ejemplo, algunas personas tienen alma de oro - lo que quiere decir que son más capaces de resistir las tentaciones del poder. Y estos tipos moralmente confiables son los más capaces para gobernar. Los detalles son ficticios, pero la moraleja de la historia es que no todos los seres humanos son moralmente iguales.
En contraste con esta lectura de Platón, Strauss piensa que la superioridad de los filósofos gobernantes es una superioridad intelectual y no una superioridad moral (Natural Right and History, p. 151). Para muchos comentaristas que (como Karl Popper) han leído a Platón como totalitario, la consecuencia lógica es poner en duda que se pueda confiar a los filósofos el poder político. Aquellos que hicieron la lectura en esta forma, invariablemente lo rechazaron. Strauss es el único intérprete que hace una lectura siniestra de Platón, y después lo celebra.
Maquiavelo
En línea con el último trozo anterior, Strauss aprende del pensador florentino a que hay que manejar a la plebe, a la legitimidad de manipular a las masas por el bien de su orden político. Que si no existe amenaza externa, hay que fabricarla. La mentira es esencial y es noble porque conduce al buen funcionamiento de la sociedad, y la plebe necesita que se cuenten mentiras reconfortantes. El tropel “vulgar” como Strauss gustaba de llamar al resto de la gente, no es capaz de apreciar las “verdades más elevadas”, tales como la inevitabilidad y la necesidad de las guerras en las relaciones entre Estados e incluso la utilidad de guerras en el gobierno de un Estado. Así que la elite furtiva debe estar segura de que mitos como la religión o la gloria de la nación no serán debilitados, porque son de los mejores medios para gobernar al tropel ignorante y conducirlo a la guerra. Para Strauss "la religión es el cemento que une a la sociedad" -el era ateo y estaba "por encima", digamos-. Irving Kristol , otro importante neoconservador, siguiendo a Strauss advertía de que la separación de la iglesia y del estado había sido el mayor error cometido por los fundadores de la república EE.UU y que que la religión es “políticamente mucho más importante que lo que pensaban los fundadores de la nación estadounidense” y que para rescatar a EE.UU. es necesario “infundir nueva vida a las antiguas ortodoxias religiosas que actualmente se encuentran a menudo en un estado comatoso”.
Según Dury: "La idea es que haya una multitud que pueda ser manipulada como masilla".
Hobbes
Como Hobbes, Strauss creía que en un estado de naturaleza, sin poder alguno, los hombres estarían en constante guerra unos con otros. La paz ha de llegar con la unión, y la unión llega si están gobernados y sometidos. Además, si son gobernados contra otro pueblo, mejor que mejor.
Nietzsche
Para Strauss los "filósofos-superhombres" han de ser "sacerdotes ateos" que proporcionen a la manada las creencias religiosas, morales, etc, etc que necesitan y que ellos -los superhombres- saben que son mentiras. Porque ellos saben que no hay ni Dios, ni moralidad y ni bien ni mal.
Trotskismo y neoconservadurismo
Mechas veces se intenta establecer una conexión entre la "revolución permanente" de Trotsky y la "expansión permanente" de los neoconservadores. Pese a que los orígenes -o de sus padres- de muchos de ellos -neoconservadores- están allí, lo que no es posible señalar que la actual política exterior belicista americana, es consecuencia de Trotsky.
En parte salieron de una fracción dentro del SWP liderada por Burnham y Shachtman. Burnham se desplazó rápidamente hacia la derecha, rechazó el socialismo y pronto levantó su voz en apoyo de una guerra atómica contra la Unión Soviética, convirtiéndose después en prominente ideólogo de la revista de William F. Buckley, National Review. El giro de Shachtman hacia la derecha fue tal vez menos abrupto. Continuó afirmando su adhesión al socialismo y a la Cuarta Internacional durante casi otra década. Trotsky, por su parte, rechazó incondicionalmente las posiciones de Shachtman. En abril de 1940, cuatro meses antes de su muerte, Trotsky afirmó: "Si esto es trotskismo entonces yo al menos no soy trotskista... Tuvo conocimiento de que agentes del enemigo de clase actuaban a través de Shachtman, ellos no podían haberle aconsejado hacer algo diferente a lo que el mismo ha perpetrado". Con el inicio en 1950 de la guerra de Corea, las advertencias de Trotsky sobre la trayectoria de Shachtman y sus seguidores se vieron completamente confirmadas cuando apoyaron la intervención militar de los Estados Unidos. El SWP, bajo las dentelladas de McCarthy y su caza de brujas, se opuso a la agresión norteamericana y demandó la retirada de todas las tropas USA de Corea. Desplazándose continuamente hacia la derecha. Shachtman se convirtió en un asesor clave de la anti-comunista burocracia sindical de la AFL-CIO y del Ministerio de Relaciones Exteriores estadounidense. Y consolidó alianzas políticas con liberales de la Guerra Fría, con miembros del Partido Demócrata como Henry "Scoop" Jackson, desatacado halcón del partido Demócrata en el estado de Washington, paladín del complejo militar industrial conocido como " Senador de la Boeing" por evidentes razones. Jackson fue un opositor intransigente a todo tratado de armamento con la URSS y un insistente abogado a favor de las sanciones comerciales contra Moscú. Fue punta de lanza en la campaña para utilizar la cuestión de los judíos de la URSS como arma durante la Guerra Fría y fue un incondicional partidario del estado de Israel. En 1972, Shachtman, anticomunista declarado y partidario tanto de la Guerra de Vietnam como del Sionismo, respaldó a Jackson en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del Partido Demócrata. Los shachtmanitas, que habían cambiado sus siglas de Partido de los Trabajadores por las de Liga Socialista Independiente al comienzo de los años 50, entraron en las menguantes filas del Partido Socialista de los Estados Unidos, y se denominaron finalmente Socialdemócratas USA. Paul Wolfowitz y Doug Feith, subsecretario de Defensa, así como Richard Perle, asesor clave del Pentágono—todos prominentes partidarios de la guerra contra Iraq—son antiguos miembros del Partido Demócrata que trabajaron para Jackson en los años 70. Elliot Abrams, otro protegido de Jackson, ha sido puesto al frente de la política de la Casa Blanca en Oriente Medio.
El anteriormente mencionado Kristol, se afilió a la Liga de la Juventud Socialista (YPSL), como era conocida la rama juvenil del movimiento Trotskista estadounidense. La YPSL estaba afiliada al partido trotskista, organizado entonces como Partido Socialista de los Trabajadores (SWP). Kristol derivó con rapidez hacia la tendencia del partido liderada por James Burnham y Max Shachtman, y que en corto espacio de tiempo rompió con el SWP. Su hijo, William Kristol, es editor de la revista Weekly Standard, altavoz de la derecha del Partido Republicano.
Historia
La “primera generación” de straussianos, con Allan Bloom -fundador en 1984 del centro de estudios de la fundación Olin, discípulo dilecto de Strauss y maestro de Fukuyama- al frente, rearmó el arsenal del pensamiento conservador dotándolo de unos argumentos que iban más allá de la adhesión cerril a los valores tradicionales y de la defensa economicista del libre mercado. “The closing of American mind” -en España, “El cierre de la mente moderna”, 1987-, de Bloom, un best-séller de larga duración que algunos straussianos recomiendan aún hoy a quienes quieran introducirse en el pensamiento del maestro, ofrecía, a través de un análisis de la cultura universitaria norteamericana, un diagnóstico del régimen de EE.UU. y una terapia. El diagnóstico era pesimista: el régimen estadounidense estaba, desde los años sesenta, en una crisis cultural y moral profunda. Bloom, siguiendo a Strauss, pensaba este régimen por analogía a la República alemana de Weimar, que desembocó en el III Reich. El pensamiento “nihilista” y el abuso que los liberales hacían de la neutralidad del Estado habían llevado a EE.UU. al borde del abismo. Se imponía una terapia drástica.
En el terreno académico, esta terapia prescribía, en clara polémica con el “multiculturalismo”, una vuelta a los clásicos, a la lectura de los “grandes libros” de la tradición de Occidente como escuelas de excelencia moral. Este programa tenía también una clara traducción política. En su punto de mira estaban la eliminación de las políticas de “discriminación positiva” de las minorías, el cierre del grifo de las subvenciones a la cultura “corruptora” de los jóvenes, la defensa institucional de los valores religiosos, la implantación de una interpretación restrictiva de la libertad de expresión reconocida por la Primera Enmienda y el recorte del Estado de bienestar y de los derechos de la mujer. Desde la era Reagan se han multiplicado, con el patrocino de fundaciones como Olin, Bradley o AEI, las publicaciones e iniciativas que han legitimado, cuando las circunstancias políticas lo han permitido, la implementación progresiva -a nivel federal o estatal- de aquel programa. Libros como los de Dinesh d'Souza o Charles Murray -destrozado por Gould- sobre el racismo, los de Christina Hoff Sommers contra el feminismo o los de Lynne Munson sobre la política cultural han desempeñado un importante papel en este proceso.
Gracias a los straussianos, el conservadurismo, desde los sesenta a la defensiva, pudo jugar al ataque. En su nuevo juego, podía percibirse un significativo cambio de discurso. La cotización del discurso neoliberal a la Hayek o a la Friedman, las apologías de “estado mínimo”, fueron a la baja. La crítica del Estado de bienestar continuó formando parte del discurso neoconservador. Pero dejó de ponerse el acento en sus presuntos efectos devastadores para la economía para centrarse en sus disolventes consecuencias políticas y “morales”. La “neutralidad” de Estado, antes tan valorada como garantía del “libre mercado”, pasó a ser vista más como un problema que como una solución.
Bloom recibió una llamada de Wolfowitz, desde Washington, durante la guerra del Golfo en 1991. Wolfowitz le dijo a Bloom que la Casa Blanca iba a anunciar al día siguiente que no avanzarían contra Bagdad. Bloom los acusó de cobardes. El tiempo les daría otra oportunidad. Aunque Bloom no la podría ver ya que murió en 1992.
Durante la Administración Clinton, muchos neoconservadores desalojados del poder y afines a los planteamientos straussianos encontraron refugio en las fundaciones neoconservadoras. Acababa de terminar la guerra fría y los laboratorios de ideas se pusieron a analizar el nuevo orden internacional. En la fundación Olin se disputó sobre el “fin de la historia”, un viejo tema de debate entre el filósofo francés de origen ruso Kojève y Strauss, que puso sobre la mesa Francis Fukuyama, discípulo de Bloom. Y luego, vía Samuel Huntington, se habló del “choque de civilizaciones”. Por su parte, algunos miembros del AEI y de otras fundaciones neoconservadoras pusieron en marcha el Proyecto para el nuevo Siglo Americano -PNAC, según sus iniciales en inglés-, que, ya a fines de la era Clinton, propuso al entonces presidente las bases de lo que ha acabado siendo la política unilateral e imperialista de la Administración Bush. Entre sus propuestas también había la de provocar un cambio de regímenes en cadena en Oriente Medio. Empezando por Iraq.
Israel.
Los planes del PNAC para Oriente Medio contaban con un precedente, el documento “Una fractura limpia, una nueva estrategia para hacerse con la región”, redactado en 1996 por un “consejo de sabios” reunido por el Institute for Advanced Strategic & Political Studies -IASP, con sede en Jerusalén y Washington- y dirigido a Benjamin Netanyahu, del Likud, en el que se plasmaba la conveniencia de romper los acuerdos de Oslo con los palestinos y de acabar con el régimen de Saddam Hussein y después con los de Siria, Líbano, Irán y... Arabia Saudí. Entre sus firmantes estaba, junto a otros miembros del AEI, Richard Perle, también del PNAC y uno de los principales instigadores de la guerra contra Iraq, que tuvo que abandonar su cargo en la Administración Bush por un “conflicto de intereses”. Otro firmante era Charles Fairbanks, de la Escuela de Estudios Avanzados de la Universidad John Hoopkins, sttraussiano, que estudió con Bloom en Chicago y es amigo de Wolfowitz. Desde mediados de los años noventa, el IASP, creado inicialmente para promover la ideología del libre mercado en un Israel marcado desde su fundación por las ideas socializantes de los laboristas, es un centro de reflexión straussiana.
La influencia de Strauss en el pensamiento político israelí es, en estos momentos, notable. Y, de nuevo, no sólo en los análisis sobre la política exterior, en la que se da una estrecha colaboración entre el AEI y los ideólogos del partido Likud. Strauss, que estuvo vinculado con destacados intelectuales sionistas, escribió que la cuestión judía había sido el tema principal de sus reflexiones. A su entender, la simple existencia del Estado de Israel era insuficiente como solución a esta cuestión, que consideraba insoluble en el marco del Estado liberal. Sus apuntes sobre la solución teológico-política del problema apuntan hacia la instauración en Israel de un Estado fundamentalista. Las propuestas de Paul Eidelberg para la conversión de Israel en un Estado basado en los principios y valores judíos establecidos en la Biblia parecen seguir de cerca este planteamiento. Eidelberg fue un destacado estudiante de Strauss en Chicago y actualmente preside la Fundación para la Democracia Constitucional en Oriente Medio y el Partido Yasmin Israel.
Con Bush, muchos de los straussianos que hallaron cobijo en las fundaciones neoconservadoras volvieron a ocupar lugares clave en la Administración y particularmente en el Pentágono. Sólo nueve días después del atentado del 11-S, William Kristol publicó una Carta Abierta al Presidente Bush, afirmando que era una obligación quitar a Saddam Hussein del poder y tomar represalias contra Siria e Irán por apoyar a Hizbullah. La Carta Abierta fue publicada en el Weekly Standard y fue firmado por 41 ideólogos y estrategas de política exterior. La función principal de los neoconservadores introducidos en el gobierno como abogados o representantes, sería la de establecer un Equipo B y presionar desde dentro del gobierno en favor de la guerra total no sólo contra Irak, sino también contra otros enemigos de Israel como Irán, Siria, Arabia Saudí y la Autoridad Palestina.
Las Principales Figuras Neoconservadoras
Elliot Abrams, Asesor Especial del Presidente y Director para la Democracia, los Derechos Humanos y las Operaciones Internacionales del Consejo de Seguridad Nacional.
Kenneth Adelman, profesor adjunto de estudios estratégicos en la Universidad de Georgetown, embajador adjunto de EEUU ante la ONU con Reagan.
William J. Bennett, Fundador de Americans for Victory over Terrorism (AVOT), Secretario de Educación con Reagan y Director of the Office of National Drug Control Policy con Bush padre.
John Bolton, Under Secretary para el Control de Armas y la Seguridad Internacional en el Departamento de Estado, antiguo vicepresidente del American Enterprise Institute y abogado.
Steve Cambone, Under Secretary para Inteligencia en el Departamento de Defensa.
Eliott Cohen, catedrático y director del departamento de Estudios Estratégicos del School of Advanced Internacional Studies (SAIS) de la Johns Hopkins University, miembro del Defense Advisory Board.
Lynne Cheney, fellow del American Enterprise Institute, antigua Presidenta del National Endowment for the Humanities con Reagan y Bush padre, esposa del Vicepresidente Richard Cheney.
Midge Decter, escritora, consejera del Heritage Foundation, esposa de Norman Podhoretz.
Eric Edelman, asesor de política exterior del Vicepresidente Cheney.
Douglas Feith, Under Secretary for Policy en el Departamento de Defensa (nº 3 en la jerarquía), abogado.
Francis Fukuyama, Catedrático de Economía Política Internacional en el School of Advanced Internacional Studies (SAIS) de la Johns Hopkins University.
Frank J. Gaffney, Presidente del Center for Security Policy, Assistant Secretary of Defense for International Security Policy con Reagan.
Stephen Hadley, Asesor del Presidente y Consejero Adjunto para la Seguridad Nacional (nº 2 de Condoleezza Rice).
Henry “Scoop” Jackson: antiguo Senador demócrata por Washington especializado en temas de seguridad nacional, energía y medioambiente. Presidente del Comité Nacional Demócrata con Kennedy. Presidió el Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado de 1963 a 1980. Murió en 1983.
Robert Kagan, director del proyecto para el liderazgo de EEUU en el Carnegie Endowment for International Peace, fundador del Weekly Standard.
Zalmay Khalilzad, de origen afgano, Special Envoy and Ambassador at large for free Iraqis, antiguo enviado especial para Afganistán.
Charles Krauthammer, columnista del Weekly Standard.
Bill Kristol, fundador y editor del Weekly Standard, hijo de Irving Kristol.
Irving Kristol, fundador y editor de The Public Interest, largamente asociado con el American Enterprise Institute.
Michael Ledeen, Resident Scholar in the Freedom Chair del American Enterprise Institute, fundador del Jewish Institute of National Security Affairs.
Leslie Lenkowsy, director de la Corporation for National and Community Service, la agencia federal responsable de los programas Senior Corps, AmeriCorps, y Learn and Serve America, antiguo Presidente del Hudson Institute.
Lewis “Scooter” Libby, Jefe de Gabinete del Vicepresidente Cheney, abogado.
Richard Perle, miembro y antiguo Presidente del Defense Advisory Board (órgano asesor del Departamento de Defensa), fellow del American Enterprise Institute.
John Podhoretz, editor de opinión del New York Post, columnista del National Review, antiguo editor del Weekly Standard, hijo de Norman Podhoretz.
Norman Podhoretz, investigador del Hudson Institute, antiguo editor de Commentary.
William Safire, columnista del New York Times.
George F. Will, columnista del Washington Post y del Weekly Standard.
Paul Wolfowitz, ex-secretario adjunto de Defensa. presidente del BM-
James Woolsey, socio en el bufete de abogados Shea & Gardner, director de la CIA con Clinton.
David Wurmser, research fellow de Oriente Próximo en el American Enterprise Institute.
Las Principales Instituciones Neoconservadoras
Think-tanks
• American Enterprise Institute: www.aei.org
• Americans for Victory Over Terrorism: www.avot.org
• Center for Security Policy: www.centerforsecuritypolicy.org
• Institute for Educational Affairs: funadado por Irving Kristol y William Simon en 1978. Basado en Nueva York. Su misión es la de identificar estudiantes prometedores, otorgarles becas de estudios y ayudar a colocarlos en organizaciones activistas, proyectos de investigación, publicaciones de estudiantes, agencias federales o publicaciones nacionales.
• Hudson Institute: www.hudson.org
• Jewish Institute for National Security Affairs: www.jinsa.org
• Project for the New American Century: www.newamericancentury.org
Publicaciones
• Commentary: www.commentarymagazine.com
• The National Interest: www.nationalinterest.org
• The Public Interest: www.thepublicinterest.com
• The Wall Street Journal (páginas de opinion): www.wsj.com
• The Weekly Standard: www.weeklystandard.com
Leo Strauss: El patriarca ideológico
¿Quién es Leo Strauss?
Leo Strauss nació en 1899 en a región de Hessen, Alemania, hijo de un pequeño comerciante judío. Asistió a la escuela secundaria en Marburg y sirvió como intérprete en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. Obtuvo un doctorado en la Universidad de Hamburgo en 1921 por su tesis de filosofía supervisada por Ernst Cassirer.
La obra posdoctoral de Strauss incluyó estudios sobre Edmund Husserl y Martin Heidegger, y en 1930 publicó su primer libro sobre la crítica a la religión de Spinoza; su segundo libro, que trata sobre Maimonides, el filósofo judío del siglo, fue publicado en 1935. Después de un período en que realizó investigaciones en Londres, publicó The Political Philosophy of Thomas Hobbes (La filosofía política de Thomas Hobbes) en 1936.
En 1937, se trasladó a la Universidad de Columbia, y desde 1938 hasta 1948 fue profesor de Ciencias Políticas y Filosofía en la New School for Social Research, New York. Durante ese período escribió On Tyranny (1948) y Persecution and the Art of Writing (1952).
En 1949, pasó a ser profesor de filosofía política en la Universidad de Chicago, y allí permaneció durante 20 años. Sus obras en este período incluyen Natural Right and History (1953), Thoughts on Machiavelli (1958), What is Political Philosophy? (1959), The City and Man (1964), Socrates and Aristophanes (1966), y Liberalism Ancient and Modern (1968).
Entre 1968 y 1973, Strauss fue profesor en universidades en California y Maryland, y completó su obra sobre los discursos de Jenofonte y Sócrates y Argument and Action of Platón's Laws (1975). Después de su muerte, ocurrida en octubre de 1973, fue publicada la colección de ensayos Studies in Platonnic Political Philosophy (1983).
Influencias sobre Leo Strauss y los neoconservadores.
Que quede claro que está todo mezclado, hay ideas que se pueden sacar un poco de uno y un poco de otro. Además está resumido, pero son, a grosso modo, los autores que influyeron en Strauss y los neoconservadores.
Karl Schmitt
Strauss adoptó de "el jurista del nazismo" la concepción de "lo político" como el enfrentamiento amigo/enemigo . Contrarios a los planteamientos economicistas, la esencia del Estado es política, y la política está basada en el enfrentamiento antes mencionado. El Estado ha de promover, tanto interiormente como exteriormente, la oposición entre nosotros y ellos . En palabras de Schmitt:
"Si sobre la tierra no hubiese más que neutralidad, no sólo se habría terminado la guerra sino que se habría acabado la neutralidad misma, del mismo modo que desaparecería cualquier política […] Lo decisivo es pues siempre y sólo la posibilidad de este caso decisivo, el de la lucha real, así como la decisión de si se da o no se da ese caso. La oposición amigo-enemigo no tiene pues, como fundamento, la neutralidad, sino la posibilidad del enfrentamiento, lo que hace excepcional la oposición amigo-enemigo es la posibilidad particularmente decisiva que pone al descubierto el núcleo de las cosas. Y justamente, es esta referencia a la posibilidad extrema de la vida la que hace posible la existencia de lo político. Es por esta razón que no se puede pensar en la neutralidad como el fin último del hombre ya que esto significaría la pacificación y la desaparición de lo político. El fenómeno político sólo se dará en la medida en que se agrupen amigos y enemigos, independientemente de las consecuencias extrañas que esto pueda generar, "La guerra como el medio político extremo revela la posibilidad de esta distinción entre amigo-enemigo que subyace a toda forma de representarse lo político"
Platón
Para Stauss, la filosofia clásica griega, especialmente la de Platón, es más cercana a la realidad de la naturaleza que las posteriores. Inspirado en La República de Platón, Strauss pensaba que dentro de la sociedad algunos son aptos para dirigir y otros para ser dirigidos, pero a diferencia de Platón que pensaba que los dirigentes tenían que ser personas con estándares morales tan elevados que podían resistir las tentaciones del poder, Strauss pensaba que "los que son aptos para gobernar son los que comprenden que no hay moralidad y que sólo existe un derecho natural, el derecho del superior a gobernar al inferior". Y la élite debe protegerse, ni que sea mintiendo, ya que el populacho no es apto para la verdad. Según Shadia Drury, una de las mayores expertas y críticas con Staruss:
El pueblo no va a ser feliz si sabe que sólo existe un derecho natural - el derecho de los superiores a gobernar a los inferiores, el derecho del amo sobre el esclavo, el del esposo sobre la esposa, y de los sabios sobre el vulgo. En On Tyranny (Sobre la tiranía), Strauss se refiere a este derecho natural como las "enseñanzas tiránicas" de sus amados antiguos. Es tiránico en el sentido clásico del gobierno sobre el gobierno o en ausencia de ley (p. 70).
Ahora bien, los antiguos estaban decididos a mantener estas enseñanzas tiránicas en secreto porque no era probable que el pueblo tolerara el hecho de que estaban destinados a la subordinación; en realidad, pudieran perfectamente volver su resentimiento en contra de la minoría de superiores. Las mentiras son, por tanto, necesarias para proteger a la minoría de superiores de la mayoría del vulgo.
El efecto de las enseñanzas de Strauss es convencer a sus acólitos de que ellos eran la élite gobernante natural y minoría perseguida. Y no hacía falta ser muy inteligente para inferir que estaban en una situación de gran peligro, especialmente en un mundo dedicado a las ideas modernas de ideas de igualdad y libertades. Ahora más que nunca, los sabios deben proceder de forma cautelosa y circunspecta. Por tanto, llegan a la conclusión de que tienen una justificación moral para mentir para poder evitar la persecución. Strauss llega a decir que el disimulo y el engaño- en efecto, una cultura de mentiras- es la justicia peculiar de los sabios.
Strauss justifica su posición apelando al concepto de Platón de la mentira noble. Pero en verdad, Strauss tiene un concepto muy pobre acerca de la idea de Platón de la mentira noble. Platón pensaba que la mentira noble es una historia cuyos detalles son ficticios; pero en cuyo corazón hay una verdad muy profunda.
En el mito de los metales, por ejemplo, algunas personas tienen alma de oro - lo que quiere decir que son más capaces de resistir las tentaciones del poder. Y estos tipos moralmente confiables son los más capaces para gobernar. Los detalles son ficticios, pero la moraleja de la historia es que no todos los seres humanos son moralmente iguales.
En contraste con esta lectura de Platón, Strauss piensa que la superioridad de los filósofos gobernantes es una superioridad intelectual y no una superioridad moral (Natural Right and History, p. 151). Para muchos comentaristas que (como Karl Popper) han leído a Platón como totalitario, la consecuencia lógica es poner en duda que se pueda confiar a los filósofos el poder político. Aquellos que hicieron la lectura en esta forma, invariablemente lo rechazaron. Strauss es el único intérprete que hace una lectura siniestra de Platón, y después lo celebra.
Maquiavelo
En línea con el último trozo anterior, Strauss aprende del pensador florentino a que hay que manejar a la plebe, a la legitimidad de manipular a las masas por el bien de su orden político. Que si no existe amenaza externa, hay que fabricarla. La mentira es esencial y es noble porque conduce al buen funcionamiento de la sociedad, y la plebe necesita que se cuenten mentiras reconfortantes. El tropel “vulgar” como Strauss gustaba de llamar al resto de la gente, no es capaz de apreciar las “verdades más elevadas”, tales como la inevitabilidad y la necesidad de las guerras en las relaciones entre Estados e incluso la utilidad de guerras en el gobierno de un Estado. Así que la elite furtiva debe estar segura de que mitos como la religión o la gloria de la nación no serán debilitados, porque son de los mejores medios para gobernar al tropel ignorante y conducirlo a la guerra. Para Strauss "la religión es el cemento que une a la sociedad" -el era ateo y estaba "por encima", digamos-. Irving Kristol , otro importante neoconservador, siguiendo a Strauss advertía de que la separación de la iglesia y del estado había sido el mayor error cometido por los fundadores de la república EE.UU y que que la religión es “políticamente mucho más importante que lo que pensaban los fundadores de la nación estadounidense” y que para rescatar a EE.UU. es necesario “infundir nueva vida a las antiguas ortodoxias religiosas que actualmente se encuentran a menudo en un estado comatoso”.
Según Dury: "La idea es que haya una multitud que pueda ser manipulada como masilla".
Hobbes
Como Hobbes, Strauss creía que en un estado de naturaleza, sin poder alguno, los hombres estarían en constante guerra unos con otros. La paz ha de llegar con la unión, y la unión llega si están gobernados y sometidos. Además, si son gobernados contra otro pueblo, mejor que mejor.
Nietzsche
Para Strauss los "filósofos-superhombres" han de ser "sacerdotes ateos" que proporcionen a la manada las creencias religiosas, morales, etc, etc que necesitan y que ellos -los superhombres- saben que son mentiras. Porque ellos saben que no hay ni Dios, ni moralidad y ni bien ni mal.
Trotskismo y neoconservadurismo
Mechas veces se intenta establecer una conexión entre la "revolución permanente" de Trotsky y la "expansión permanente" de los neoconservadores. Pese a que los orígenes -o de sus padres- de muchos de ellos -neoconservadores- están allí, lo que no es posible señalar que la actual política exterior belicista americana, es consecuencia de Trotsky.
En parte salieron de una fracción dentro del SWP liderada por Burnham y Shachtman. Burnham se desplazó rápidamente hacia la derecha, rechazó el socialismo y pronto levantó su voz en apoyo de una guerra atómica contra la Unión Soviética, convirtiéndose después en prominente ideólogo de la revista de William F. Buckley, National Review. El giro de Shachtman hacia la derecha fue tal vez menos abrupto. Continuó afirmando su adhesión al socialismo y a la Cuarta Internacional durante casi otra década. Trotsky, por su parte, rechazó incondicionalmente las posiciones de Shachtman. En abril de 1940, cuatro meses antes de su muerte, Trotsky afirmó: "Si esto es trotskismo entonces yo al menos no soy trotskista... Tuvo conocimiento de que agentes del enemigo de clase actuaban a través de Shachtman, ellos no podían haberle aconsejado hacer algo diferente a lo que el mismo ha perpetrado". Con el inicio en 1950 de la guerra de Corea, las advertencias de Trotsky sobre la trayectoria de Shachtman y sus seguidores se vieron completamente confirmadas cuando apoyaron la intervención militar de los Estados Unidos. El SWP, bajo las dentelladas de McCarthy y su caza de brujas, se opuso a la agresión norteamericana y demandó la retirada de todas las tropas USA de Corea. Desplazándose continuamente hacia la derecha. Shachtman se convirtió en un asesor clave de la anti-comunista burocracia sindical de la AFL-CIO y del Ministerio de Relaciones Exteriores estadounidense. Y consolidó alianzas políticas con liberales de la Guerra Fría, con miembros del Partido Demócrata como Henry "Scoop" Jackson, desatacado halcón del partido Demócrata en el estado de Washington, paladín del complejo militar industrial conocido como " Senador de la Boeing" por evidentes razones. Jackson fue un opositor intransigente a todo tratado de armamento con la URSS y un insistente abogado a favor de las sanciones comerciales contra Moscú. Fue punta de lanza en la campaña para utilizar la cuestión de los judíos de la URSS como arma durante la Guerra Fría y fue un incondicional partidario del estado de Israel. En 1972, Shachtman, anticomunista declarado y partidario tanto de la Guerra de Vietnam como del Sionismo, respaldó a Jackson en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del Partido Demócrata. Los shachtmanitas, que habían cambiado sus siglas de Partido de los Trabajadores por las de Liga Socialista Independiente al comienzo de los años 50, entraron en las menguantes filas del Partido Socialista de los Estados Unidos, y se denominaron finalmente Socialdemócratas USA. Paul Wolfowitz y Doug Feith, subsecretario de Defensa, así como Richard Perle, asesor clave del Pentágono—todos prominentes partidarios de la guerra contra Iraq—son antiguos miembros del Partido Demócrata que trabajaron para Jackson en los años 70. Elliot Abrams, otro protegido de Jackson, ha sido puesto al frente de la política de la Casa Blanca en Oriente Medio.
El anteriormente mencionado Kristol, se afilió a la Liga de la Juventud Socialista (YPSL), como era conocida la rama juvenil del movimiento Trotskista estadounidense. La YPSL estaba afiliada al partido trotskista, organizado entonces como Partido Socialista de los Trabajadores (SWP). Kristol derivó con rapidez hacia la tendencia del partido liderada por James Burnham y Max Shachtman, y que en corto espacio de tiempo rompió con el SWP. Su hijo, William Kristol, es editor de la revista Weekly Standard, altavoz de la derecha del Partido Republicano.
Historia
La “primera generación” de straussianos, con Allan Bloom -fundador en 1984 del centro de estudios de la fundación Olin, discípulo dilecto de Strauss y maestro de Fukuyama- al frente, rearmó el arsenal del pensamiento conservador dotándolo de unos argumentos que iban más allá de la adhesión cerril a los valores tradicionales y de la defensa economicista del libre mercado. “The closing of American mind” -en España, “El cierre de la mente moderna”, 1987-, de Bloom, un best-séller de larga duración que algunos straussianos recomiendan aún hoy a quienes quieran introducirse en el pensamiento del maestro, ofrecía, a través de un análisis de la cultura universitaria norteamericana, un diagnóstico del régimen de EE.UU. y una terapia. El diagnóstico era pesimista: el régimen estadounidense estaba, desde los años sesenta, en una crisis cultural y moral profunda. Bloom, siguiendo a Strauss, pensaba este régimen por analogía a la República alemana de Weimar, que desembocó en el III Reich. El pensamiento “nihilista” y el abuso que los liberales hacían de la neutralidad del Estado habían llevado a EE.UU. al borde del abismo. Se imponía una terapia drástica.
En el terreno académico, esta terapia prescribía, en clara polémica con el “multiculturalismo”, una vuelta a los clásicos, a la lectura de los “grandes libros” de la tradición de Occidente como escuelas de excelencia moral. Este programa tenía también una clara traducción política. En su punto de mira estaban la eliminación de las políticas de “discriminación positiva” de las minorías, el cierre del grifo de las subvenciones a la cultura “corruptora” de los jóvenes, la defensa institucional de los valores religiosos, la implantación de una interpretación restrictiva de la libertad de expresión reconocida por la Primera Enmienda y el recorte del Estado de bienestar y de los derechos de la mujer. Desde la era Reagan se han multiplicado, con el patrocino de fundaciones como Olin, Bradley o AEI, las publicaciones e iniciativas que han legitimado, cuando las circunstancias políticas lo han permitido, la implementación progresiva -a nivel federal o estatal- de aquel programa. Libros como los de Dinesh d'Souza o Charles Murray -destrozado por Gould- sobre el racismo, los de Christina Hoff Sommers contra el feminismo o los de Lynne Munson sobre la política cultural han desempeñado un importante papel en este proceso.
Gracias a los straussianos, el conservadurismo, desde los sesenta a la defensiva, pudo jugar al ataque. En su nuevo juego, podía percibirse un significativo cambio de discurso. La cotización del discurso neoliberal a la Hayek o a la Friedman, las apologías de “estado mínimo”, fueron a la baja. La crítica del Estado de bienestar continuó formando parte del discurso neoconservador. Pero dejó de ponerse el acento en sus presuntos efectos devastadores para la economía para centrarse en sus disolventes consecuencias políticas y “morales”. La “neutralidad” de Estado, antes tan valorada como garantía del “libre mercado”, pasó a ser vista más como un problema que como una solución.
Bloom recibió una llamada de Wolfowitz, desde Washington, durante la guerra del Golfo en 1991. Wolfowitz le dijo a Bloom que la Casa Blanca iba a anunciar al día siguiente que no avanzarían contra Bagdad. Bloom los acusó de cobardes. El tiempo les daría otra oportunidad. Aunque Bloom no la podría ver ya que murió en 1992.
Durante la Administración Clinton, muchos neoconservadores desalojados del poder y afines a los planteamientos straussianos encontraron refugio en las fundaciones neoconservadoras. Acababa de terminar la guerra fría y los laboratorios de ideas se pusieron a analizar el nuevo orden internacional. En la fundación Olin se disputó sobre el “fin de la historia”, un viejo tema de debate entre el filósofo francés de origen ruso Kojève y Strauss, que puso sobre la mesa Francis Fukuyama, discípulo de Bloom. Y luego, vía Samuel Huntington, se habló del “choque de civilizaciones”. Por su parte, algunos miembros del AEI y de otras fundaciones neoconservadoras pusieron en marcha el Proyecto para el nuevo Siglo Americano -PNAC, según sus iniciales en inglés-, que, ya a fines de la era Clinton, propuso al entonces presidente las bases de lo que ha acabado siendo la política unilateral e imperialista de la Administración Bush. Entre sus propuestas también había la de provocar un cambio de regímenes en cadena en Oriente Medio. Empezando por Iraq.
Israel.
Los planes del PNAC para Oriente Medio contaban con un precedente, el documento “Una fractura limpia, una nueva estrategia para hacerse con la región”, redactado en 1996 por un “consejo de sabios” reunido por el Institute for Advanced Strategic & Political Studies -IASP, con sede en Jerusalén y Washington- y dirigido a Benjamin Netanyahu, del Likud, en el que se plasmaba la conveniencia de romper los acuerdos de Oslo con los palestinos y de acabar con el régimen de Saddam Hussein y después con los de Siria, Líbano, Irán y... Arabia Saudí. Entre sus firmantes estaba, junto a otros miembros del AEI, Richard Perle, también del PNAC y uno de los principales instigadores de la guerra contra Iraq, que tuvo que abandonar su cargo en la Administración Bush por un “conflicto de intereses”. Otro firmante era Charles Fairbanks, de la Escuela de Estudios Avanzados de la Universidad John Hoopkins, sttraussiano, que estudió con Bloom en Chicago y es amigo de Wolfowitz. Desde mediados de los años noventa, el IASP, creado inicialmente para promover la ideología del libre mercado en un Israel marcado desde su fundación por las ideas socializantes de los laboristas, es un centro de reflexión straussiana.
La influencia de Strauss en el pensamiento político israelí es, en estos momentos, notable. Y, de nuevo, no sólo en los análisis sobre la política exterior, en la que se da una estrecha colaboración entre el AEI y los ideólogos del partido Likud. Strauss, que estuvo vinculado con destacados intelectuales sionistas, escribió que la cuestión judía había sido el tema principal de sus reflexiones. A su entender, la simple existencia del Estado de Israel era insuficiente como solución a esta cuestión, que consideraba insoluble en el marco del Estado liberal. Sus apuntes sobre la solución teológico-política del problema apuntan hacia la instauración en Israel de un Estado fundamentalista. Las propuestas de Paul Eidelberg para la conversión de Israel en un Estado basado en los principios y valores judíos establecidos en la Biblia parecen seguir de cerca este planteamiento. Eidelberg fue un destacado estudiante de Strauss en Chicago y actualmente preside la Fundación para la Democracia Constitucional en Oriente Medio y el Partido Yasmin Israel.
Con Bush, muchos de los straussianos que hallaron cobijo en las fundaciones neoconservadoras volvieron a ocupar lugares clave en la Administración y particularmente en el Pentágono. Sólo nueve días después del atentado del 11-S, William Kristol publicó una Carta Abierta al Presidente Bush, afirmando que era una obligación quitar a Saddam Hussein del poder y tomar represalias contra Siria e Irán por apoyar a Hizbullah. La Carta Abierta fue publicada en el Weekly Standard y fue firmado por 41 ideólogos y estrategas de política exterior. La función principal de los neoconservadores introducidos en el gobierno como abogados o representantes, sería la de establecer un Equipo B y presionar desde dentro del gobierno en favor de la guerra total no sólo contra Irak, sino también contra otros enemigos de Israel como Irán, Siria, Arabia Saudí y la Autoridad Palestina.
Las Principales Figuras Neoconservadoras
Elliot Abrams, Asesor Especial del Presidente y Director para la Democracia, los Derechos Humanos y las Operaciones Internacionales del Consejo de Seguridad Nacional.
Kenneth Adelman, profesor adjunto de estudios estratégicos en la Universidad de Georgetown, embajador adjunto de EEUU ante la ONU con Reagan.
William J. Bennett, Fundador de Americans for Victory over Terrorism (AVOT), Secretario de Educación con Reagan y Director of the Office of National Drug Control Policy con Bush padre.
John Bolton, Under Secretary para el Control de Armas y la Seguridad Internacional en el Departamento de Estado, antiguo vicepresidente del American Enterprise Institute y abogado.
Steve Cambone, Under Secretary para Inteligencia en el Departamento de Defensa.
Eliott Cohen, catedrático y director del departamento de Estudios Estratégicos del School of Advanced Internacional Studies (SAIS) de la Johns Hopkins University, miembro del Defense Advisory Board.
Lynne Cheney, fellow del American Enterprise Institute, antigua Presidenta del National Endowment for the Humanities con Reagan y Bush padre, esposa del Vicepresidente Richard Cheney.
Midge Decter, escritora, consejera del Heritage Foundation, esposa de Norman Podhoretz.
Eric Edelman, asesor de política exterior del Vicepresidente Cheney.
Douglas Feith, Under Secretary for Policy en el Departamento de Defensa (nº 3 en la jerarquía), abogado.
Francis Fukuyama, Catedrático de Economía Política Internacional en el School of Advanced Internacional Studies (SAIS) de la Johns Hopkins University.
Frank J. Gaffney, Presidente del Center for Security Policy, Assistant Secretary of Defense for International Security Policy con Reagan.
Stephen Hadley, Asesor del Presidente y Consejero Adjunto para la Seguridad Nacional (nº 2 de Condoleezza Rice).
Henry “Scoop” Jackson: antiguo Senador demócrata por Washington especializado en temas de seguridad nacional, energía y medioambiente. Presidente del Comité Nacional Demócrata con Kennedy. Presidió el Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado de 1963 a 1980. Murió en 1983.
Robert Kagan, director del proyecto para el liderazgo de EEUU en el Carnegie Endowment for International Peace, fundador del Weekly Standard.
Zalmay Khalilzad, de origen afgano, Special Envoy and Ambassador at large for free Iraqis, antiguo enviado especial para Afganistán.
Charles Krauthammer, columnista del Weekly Standard.
Bill Kristol, fundador y editor del Weekly Standard, hijo de Irving Kristol.
Irving Kristol, fundador y editor de The Public Interest, largamente asociado con el American Enterprise Institute.
Michael Ledeen, Resident Scholar in the Freedom Chair del American Enterprise Institute, fundador del Jewish Institute of National Security Affairs.
Leslie Lenkowsy, director de la Corporation for National and Community Service, la agencia federal responsable de los programas Senior Corps, AmeriCorps, y Learn and Serve America, antiguo Presidente del Hudson Institute.
Lewis “Scooter” Libby, Jefe de Gabinete del Vicepresidente Cheney, abogado.
Richard Perle, miembro y antiguo Presidente del Defense Advisory Board (órgano asesor del Departamento de Defensa), fellow del American Enterprise Institute.
John Podhoretz, editor de opinión del New York Post, columnista del National Review, antiguo editor del Weekly Standard, hijo de Norman Podhoretz.
Norman Podhoretz, investigador del Hudson Institute, antiguo editor de Commentary.
William Safire, columnista del New York Times.
George F. Will, columnista del Washington Post y del Weekly Standard.
Paul Wolfowitz, ex-secretario adjunto de Defensa. presidente del BM-
James Woolsey, socio en el bufete de abogados Shea & Gardner, director de la CIA con Clinton.
David Wurmser, research fellow de Oriente Próximo en el American Enterprise Institute.
Las Principales Instituciones Neoconservadoras
Think-tanks
• American Enterprise Institute: www.aei.org
• Americans for Victory Over Terrorism: www.avot.org
• Center for Security Policy: www.centerforsecuritypolicy.org
• Institute for Educational Affairs: funadado por Irving Kristol y William Simon en 1978. Basado en Nueva York. Su misión es la de identificar estudiantes prometedores, otorgarles becas de estudios y ayudar a colocarlos en organizaciones activistas, proyectos de investigación, publicaciones de estudiantes, agencias federales o publicaciones nacionales.
• Hudson Institute: www.hudson.org
• Jewish Institute for National Security Affairs: www.jinsa.org
• Project for the New American Century: www.newamericancentury.org
Publicaciones
• Commentary: www.commentarymagazine.com
• The National Interest: www.nationalinterest.org
• The Public Interest: www.thepublicinterest.com
• The Wall Street Journal (páginas de opinion): www.wsj.com
• The Weekly Standard: www.weeklystandard.com
2 Comments:
Para Bush, la religion fue su coartada. Me explico, cuando estaba en Texas con fama de alcoholico, es cuando le vino la vena Evangelista.
La "historia oficial" cuenta como su conversion religiosa hizo que dejara el alcohol y se conviertiera en la persona "ejemplar" que es hoy en dia.
La "historia no oficial" cuenta algo totalmente diferente. Su conversion religiosa no fue mas que un lavado de cara para que pudiera aspirar a la Casa Blanca. El siguio bebiendo por una buena temporada. De que dejara la bebida, tiene la culpa su mujer. Un dia de una borrachera inmensa con Bush vomitando en casa, su mujer le dijo "o el alcohol o yo."
Per cert, Zeljko, tan currat com sempre. D'on treus el temps per fer tot aixo?
Bueno, es que aparte, Bush es sólo un pelele. Quicir, la mayoría de neoconservadores son asesores o están en grupos de presión.
En los republicanos también hay un grupo de fanáticos religiosos (creacionistas y todo eso...).
Muttley, no ho faig tot de cop.
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