Assumint el teu esguard

I al capdavall, què?

dimecres, de juny 21, 2006

¡MUERA EL MAL, MUERA UNICAJA! (Documento único, censurado en acebé)

En este perro mundo, donde sólo nos queda el humol, la maldad, la inquina, fue vomitada a la faz de la tierra para convertirse en una patología crónica de la humanidad. La mayoría de veces presentándose difusa, inidentificable, diluida en la opacidad, de difícil ubicación cronológica; pero otras veces de forma clara, palpable, con sus orígenes y evolución en el tiempo histórico y de fácil señalización con el dedo. Y éste es el caso. Porque nenas, la maldad es claramente identificable en el Unicaja y todo lo que le rodea. Desde su mefistofélica afición, a la inopia ética y modales de chulería macarril de su entrenador, pasando por las provocaciones de Santiago y la agresividad de Garbajosa. Por eso aficionados de todos los colores se unieron en el compartido deseo de que Unicaja no ganara la final. Cosa que motivó la grotesca reacción de los afectados bajo los comentarios de señora burguesa tomando té como Oig ¿Por qué nos odian? y ¿Por qué nos tienen manía? y buscando, después de obtusos razonamientos, aducir a causas como la envida o que "está de moda". No, no y no, la única verdad es que la animadversión hacia el mundo verdimorao nace de la lógica respuesta de gente de diferente condición, de seguidores de distinta adscripción, a una serie de comportamientos cada cual más deleznable. La animadversión sale de la indignación frente a la befa, mofa y rechochineo hacia el rival por parte del unicajerismo tanto en la cancha como en el foro; de la prepotencia de nuevos ricos que no han ganado nada; de una inusitada grosería; de la recibida al Joventut con pancartas amenazadoras como "Sus vai a cagá", pedradas al autocar, insultos y encaramientos con jugadores y entrenador y de la despedida en medio de más insultos, escupitajos y conatos de agresión a Aíto, narrado todo por los cariacontecidos enviados especiales de las radios catalanas en territorio Comanche; de la coacción a la tripleta arbitral al más puro estilo griego, la metodología Luciano y Lansky, para lograr un arbitraje tremendamente casero y que ningún rival pueda salir del Carpena sin un hurto a cuestas; de el homófobo grito de Aíto maricón; de la doble moral que permite, después de años llorando y llorando, exigir a los damnificados por el condicionamiento de los trencillas en un ambiente infernal que reconozcan que el que gana, lo hace porque es mejor; de los numeritos de Nicolás Scariolo para que la grada llegue al paroxismo; de las provocaciones de Santiago,... La animadversión al Unicaja Málaga es el deseo de la muerte del MAL. Porque hay que decirlo sin tapujos, hay que gritar a los cuatro vientos: ¡Muera el Mal, Muera Unicaja! Señoras, el CB Málaga ha de desaparecer, ha de ser sepultado bajo la tierra, hay que extirpar esta expresión de maldad de nuestro mundo. Se ha de volver a los tiempos de Mayoral Maristas y Caja Ronda, y eliminar a los últimos. Porque allí se encuentran los orígenes de la maldad, allí comenzó todo.

dilluns, de juny 19, 2006

Decíamos ayer... (Mundial II)

El Mundo:
Una ola de fervor patriótico inundó ayer inesperadamente España. De Tarragona a Melilla, de Almería a Vitoria, millones de gargantas corearon los goles de Alonso, Torres y Villa y empezaron a creerse -tal vez por primera vez en la Historia- que su selección podía ganar el Mundial. A medida que el cuero golpeaba las mallas de la portería ucraniana, parecían esfumarse de golpe siglos de complejos atávicos y se derretían como un azucarillo las dudas existenciales de un país que, paradójicamente, ha dedicado en los últimos años demasiado tiempo a preguntarse por su propio ser.
Lo que ayer se vivió en los bares, en las plazas, en los lugares públicos fue mucho más que un simple partido. Por primera vez desde hace mucho tiempo, la bandera tomó las calles a cara descubierta sin que mediara para ello una reivindicación política y se erigió en el símbolo de un país artificialmente dividido por la elite dirigente y sin embargo unido en torno a la hoguera de emociones que genera el fútbol.
Muchos fueron ayer los que intentaron arrimar a su sardina las crepitantes ascuas del ardor patriótico. Aerolíneas y cadenas de supermercados ofrecieron descuentos a sus clientes para celebrar la gesta. Pero sin duda fueron los partidos políticos los que llevaron este afán más lejos, reivindicando para su propio modelo de Estado lo que a todas luces fue sólo -y ahí es nada- un gran partido de fútbol. El PP aseguró que el triunfo era fruto del "orgullo de la nación más antigua de Europa" mientras el PSOE lo atribuía a "la España plural".
Y sin embargo España no fue en la tarde de ayer ni plural ni singular sino tan sólo España, de nuevo y por fin un país sin apellidos. La bandera nacional -tantas veces identificada con el franquismo y denostada como un emblema rancio- pudo verse en oficinas, mercados y restaurantes de toda la geografía ibérica.
Si ciudadanos, comerciantes y políticos se envolvieron ayer de rojo y gualda, los dos canales que transmitieron el partido no se quedaron cortos. Pero mientras los chascarrillos de Andrés Montes en La Sexta se ciñeron más al ámbito futbolístico, los de Cuatro cayeron en un patrioterismo que incitaba a los espectadores a ponerse en pie para escuchar el himno y se felicitaba de que el amor por nuestros colores hubiera rebasado las fronteras de lo privado y al fin se pudiera compartir de puertas afuera. Tan alto llegó la marea que hasta ese grupo de comunicación -el mismo que repudió en su día la bandera de la plaza de Colón y que tantas veces ha avalado el replanteamiento de la idea de España- se subió a la ola de entusiasmo y colocó una enorme enseña nacional en la portada de su página web, demostrando que -con cinismo- se puede hacer negocio de una idea y de su contraria.


España Über Alles, el despertar nacional, etcétera... Si es que Goebbels tenía razón.

divendres, de juny 09, 2006

Empieza el Mundial

Ganar un partido internacional es más importante, para la gente, que capturar una ciudad en territorio enemigo.

Joseph Goebbels